Campaña

Campaña anual #CultivaCuidados

 

Una invitación a cultivar cuidados

En una sociedad globalizada en lo económico y en lo digital, necesitamos recorrer caminos nuevos que nos permitan alcanzar una conciencia global de humanidad y solidaridad. Por esta razón, debemos y queremos seguir en el empeño de gastar la vida en reconstruir una sociedad distinta y mejor de la que tenemos. Una sociedad convertida en comunidad de personas que habitemos el mundo con mirada amplia, universal y global, pero con conciencia de cuidado, con mirada cercana y sensible, capaces de pisar la tierra y andar los caminos de la cotidianidad y la normalidad de forma más amable y solidaria, más fraterna y esperanzada, una comunidad que vele, cuide y proteja a sus miembros, a la familia humana y a la casa común en la que vive, y que contribuya a sostener la vida.

La campaña de este año habla de un nosotros y un nosotras colectivo y comunitario que necesita mirar hacia delante con esperanza para buscar horizontes más ensanchados que nos permitan recrear la existencia, las oportunidades y los proyectos de vida de todas las personas, especialmente de aquellas en situación más vulnerable. Y en ese recorrido es inevitable hablar de la importancia de los cuidados. Las personas que acompañamos desde Cáritas nos hablan y nos acercan en primera persona su propia realidad, marcada por las necesidades y dificultades que tienen para afrontar con una mínima dignidad el acceso a los derechos básicos y fundamentales del ser humano como el alimento, la vivienda, la salud, el empleo o la educación.

 

Como agentes de Cáritas, solemos contemplar el relato del buen samaritano desde nuestra perspectiva vital. Somos nosotras y nosotros los que nos detenemos, los que nos paramos a ayudar, a acoger y a escuchar. Los que organizamos lo necesario para que los proyectos se pongan en marcha, para llamar a otras personas que nos ayuden a sostener al herido y a construir oportunidad.

Este año os invitamos a recorrer el camino al estilo del buen  samaritano que no sueña dormido una vida distinta y mejor, sino que la sueña en marcha, con los pies y las manos llenas de barro, de dolor compartido y de indignación, pero también con pies y manos que cuidan, pisan y acarician con ternura y compasión.

Compartimos la invitación a cultivar cuidados. Esto implica un amplio campo de siembra que abarca el cuidado de uno mismo/a, el cuidado de las personas más vulnerables (fomento de la cultura del encuentro), el cuidado de la familia humana, de la Tierra que es nuestra casa común, y a promover una espiritualidad que anima y motiva el cuidado

Comunidad de cuidados

La necesidad de ser una comunidad que nos sostenga, nos ayude y en la que nos ayudemos unas personas a otras a mirar hacia delante, una comunidad de pertenencia y solidaridad (cf. FT 8) configura la esencia de una comunidad de cuidados. Ésta se concibe como comunidad fraterna compuesta de personas que se acogen recíprocamente y se preocupan las unas de las otras y de las demás, especialmente de las más vulnerables; como comunidad misionera y samaritana en marcha y en camino, que sale a las periferias para curar y cuidar, para buscar a la persona perdida sin prejuicios y miedos, y siempre dispuesta a ensanchar el espacio de su tienda para acoger a todas las personas; como comunidad profética, formada por testigos del cuidado, que denuncia las injusticias para superar las desigualdades sociales.

 

El cuidado de la casa común y de nuestros hermanos y hermanas se convierte en una acción comunitaria y universal: “Todos tenemos la responsabilidad de sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano” (FT 79).

Campaña imperadas dentro del curso