Campaña

Estás en casa. Hator!

Estás en casa.

Somos siempre en relación con otras personas. No podemos entendernos como seres aislados y desvinculados. Nacemos en un contexto de vecindad, de cercanía y proximidad a otras personas, y nuestra existencia se va entretejiendo en círculos que amplían nuestro mundo de relación.

Celebrar juntos y juntas esta campaña de navidad, es dar testimonio de nuestra fe y de nuestra opción de poner en el centro de nuestra mirada y de nuestra acción el amor por las personas, en especial, por las más pobres, las más pequeñas y desprotegidas por la lógica del mundo pragmática e individualista

Una invitación a hacer sentir como en casa a todas las personas, especialmente a aquellas que se han quedado a un lado del camino porque en algún momento las cosas les fueron mal, se sintieron frágiles e incapaces de sostener su propia vida y necesitaron una mano cercana, un apoyo, ser escuchadas y comprendidas.

Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap. 3,20)

Acoger es ‘ser hogar’

Hogar no es sólo un lugar físico, por cómodo y agradable que sea: hogar es un lugar afectivo, en el que la persona se siente acogida, aceptada, amada, segura.

El “acoger” evangélico no es “hospedar”, sino “ser casa” para la otra persona que es acogida. Dicho de otro modo, el que viene se siente “en su casa”. Y eso ya es otra cosa, se sitúa en otro nivel, y genera otros compromisos. Entre las diferencias que hay entre el huésped y la persona que se siente en su casa, destaca la que de la persona que se siente en su casa se siente “libre”: libre para decir, libre para actuar, libre para ser como es: con sólo las limitaciones de la convivencia entre personas libres que comparten un mismo espacio. Y si eso es así, si estamos las dos en “nuestra” casa, interactuamos.
Lo que la otra persona dice, hace, es, me afecta y me cuestiona. Seguramente me obligará a cambiar modos de pensar y de actuar

¿Qué puedes hacer tú?