Noviembre 2023
“No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo”. (LS, 216)
Estimula el contacto con el mundo natural con espíritu de admiración y gratuidad.
Nuestra fe nos puede ayudar y motivar para encontrar esas formas de vida que pongan el foco en el cuidado de las personas y el planeta. Necesitamos encontrar el sentido profundo de las cosas y de nuestra relación con los demás, con nuestra hermana Madre Tierra y con nuestra espiritualidad. Nuestra tradición espiritual nos puede ayudar a ser menos superficiales y a comprometernos con el cuidado de nuestro entorno. Al mismo tiempo una mayor sensibilidad social y ambiental puede transformar y enriquecer nuestra espiritualidad.
Nuestro desarrollo como personas está estrechamente relacionado con los deberes que tenemos con el entorno natural en el que vivimos, considerado como un don para todas y todos, cuyo uso conlleva una responsabilidad común respecto a toda la humanidad, especialmente con las personas pobres y con las generaciones futuras.
La receta que te proponemos para asumir este reto es la siguiente: reflexiona, vive profundamente y de forma sencilla, no dejes de observar tu entorno y se sensible.
¿Qué puedes hacer (o dejar de hacer)?
1.-Encuentra tiempo en tu día a día para la meditación y la relajación. Te ayudará a tomar consciencia del tiempo presente, atendiendo a pensamientos, emociones y sensaciones corporales con una actitud de curiosidad, interés y aceptación. Sin juzgar. Disfrutando del aquí y ahora. Aceptando la realidad tal cual es.
2.- Reflexiona sobre tus actitudes y comportamientos con las demás personas, con la gente conocida y desconocida, y con nuestra madre Tierra, su Creación a través de la lectura del Libro de oraciones Laudato Si.
3.- Observa y enriquécete con tu entorno. Presta atención a las personas que tienes a tu alrededor cada día y anota las buenas acciones que veas en ellas. Seguro que puedes tomar ejemplo de aquellos comportamientos que cuiden al resto de las personas con las que convivimos y a nuestra naturaleza.
4.- La Creación es admirable. Dedica todos los días, al menos un ratito, a admirar la Creación desde lo más grande, como puede ser la salida o la puesta del sol, las nubes que evolucionan en el cielo, cambiando de forma y color a lo largo del día; hasta lo más pequeño, como una flor en sus más mínimos detalles o el vuelo de los insectos. Todos ellos encierran detalles que, solo conociendo, aprenderemos a amar y respetar. Te facilitamos el enlace a la Oración por el Planeta: Nuestra Casa Común
5.- Desacelera tu ritmo de vida. Muchas veces no disfrutamos de las cosas del momento porque estamos atendiendo a la siguiente; no nos damos tiempo. La velocidad, el exceso de ocupaciones y la obsesión por ahorrar tiempo son constantes. Desacelerar está bien y hace bien. El mundo está tomando conciencia que hacerlo todo más rápido no trae beneficios, sino que perjudica. Tendremos así más tiempo para escucharnos, mirarnos, conectarnos, interactuar, hablar más tranquilamente con los otros sin ruido, sin apuro.
6.-Toma partido por las personas más vulnerables del planeta. En tus oraciones, tus comportamientos cotidianos, tus decisiones, con tus hábitos de consumo… apoya la justicia, igualdad y el cuidado de la naturaleza.
7.- Por la noche, haz un pequeño repaso de lo que has hecho. Cada día, cuando te acuestes y antes de dormir, dedica unos minutos a pensar en cómo ha sido tu día. Con alegría, considera todo aquello que puedas mejorar para poder aplicarlo al día siguiente y enorgullécete de todas las buenas acciones que has hecho. Puedes apoyarte en los recursos que puedes encontrar en Rezando voy