Noticia26/11/2025

Sufrir soledad, asilamiento y rupturas familiares multiplica el riesgo de exclusión en la vida adulta de la juventud más vulnerable, según un estudio realizado por Caritas Bizkaia en colaboración con EHU y FOESSA

  • El informe presentado hoy destaca que la falta de una red familiar sólida, la inestabilidad residencial, los cambios frecuentes de centros dificultan la creación de vínculos protectores, y muchos jóvenes afrontan esta transición en soledad, sin apoyos suficientes y con escasos recursos para asumir las responsabilidades de la vida adulta.
  • Las mujeres jóvenes se encuentran ante una doble vulnerabilidad: comparten las dificultades del resto de jóvenes, pero además se enfrentan a riesgos específicos vinculados al género, como relaciones afectivas dependientes, situaciones de control o violencia, explotación y una menor visibilidad dentro de los recursos.
  • El estudio “Juventud en riesgo de exclusión en Bizkaia: incidencia de la dimensión relacional en los procesos de emancipación a la vida adulta”, presentado esta mañana en Bizkaia Aretoa (EHU), ha sido elaborado por Ana Sofi Telletxea Bustinza (Caritas Bizkaia), Estíbaliz Bartolomé Gutiérrez (Caritas Bizkaia), Amaia Izaola Argüeso (UPV/EHU) y Thomas Ubrich (FOESSA), especialistas en exclusión social, juventud y análisis de la realidad social.
  • En la actualidad, Caritas Bizkaia atiende en torno a 2.200 jóvenes de entre 18 y 25 años (etapa de emancipación a la vida adulta). Y cerca de 200 son acompañadas/os en el área de juventud.

Miércoles, 26 de noviembre de 2025. Caritas Bizkaia, en colaboración con la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la Fundación FOESSA, ha presentado esta mañana el estudio “Juventud en riesgo de exclusión en Bizkaia: incidencia de la dimensión relacional en los procesos de emancipación a la vida adulta”, un análisis cualitativo que evidencia la especial vulnerabilidad de la juventud en riesgo de exclusión social en su tránsito a la mayoría de edad. La investigación confirma que cumplir 18 años, lejos de suponer un paso natural hacia la autonomía, se convierte para una parte importante de la juventud acompañada por las entidades sociales en un tramo crítico que agrava las dificultades emocionales, relacionales y materiales, especialmente entre quienes proceden del sistema de protección.

 

En la actualidad, Caritas Bizkaia atiende en torno a 2.200 jóvenes de entre 18 y 25 años (etapa de emancipación a la vida adulta). Y cerca de 200 son acompañadas/os en el área de juventud.

El análisis constata que el paso la emancipación a la vida adulta coincide con la pérdida o debilitamiento de referentes educativos y afectivos, generando situaciones de incertidumbre e inseguridad que repercuten negativamente en la salud mental. La inestabilidad residencial, los cambios frecuentes de centro y la falta de una red familiar sólida dificultan la creación de vínculos protectores, y muchos jóvenes afrontan esta transición en soledad, sin apoyos suficientes y con escasos recursos para asumir las responsabilidades de la vida adulta. La soledad aparece como uno de los rasgos más determinantes, especialmente en las jóvenes, que expresan con más claridad la sensación de ruptura afectiva, la añoranza de referentes y el miedo a un futuro sin apoyos estables. A pesar de ello, “el sistema exige a las personas jóvenes en situación de vulnerabilidad tener más y mayor autonomía que la que la sociedad pide al resto de personas jóvenes de su misma edad”, asegura Ana Sofi Telletxea, responsable de Análisis y Desarrollo de Caritas Bizkaia.

El ocio aparece como un ámbito clave desde el punto de vista relacional, y el estudio señala que muchos jóvenes quedan fuera de estos espacios debido a la falta de recursos económicos. Hoy, buena parte de la socialización entre iguales sucede en actividades de ocio, deporte o cultura. No poder participar en ellas limita la creación de amistades, dificulta la integración y genera un sentimiento de desconexión respecto al entorno social. Esta exclusión en los espacios de ocio refuerza una segunda exclusión: la relacional.

Otro de los puntos señalados por el grupo de profesionales que han participado en el estudio es la existencia de vacíos en los tránsitos entre recursos: muchos jóvenes pasan por programas que funcionan bien durante la adolescencia, pero se encuentran sin alternativas adecuadas al cumplir 18 años o cuando su perfil no encaja en los dispositivos para personas adultas. “Esta falta de continuidad genera situaciones de desorientación, retrocesos emocionales y pérdida de los avances logrados, especialmente cuando no existen redes informales que puedan sostener el proceso”, destaca el estudio.

La situación se agrava en las mujeres jóvenes y en las personas migrantes

La situación de las jóvenes requiere una atención particular. El estudio muestra que ellas viven una doble vulnerabilidad: comparten las dificultades del resto de jóvenes, pero además se enfrentan a riesgos específicos vinculados al género, como relaciones afectivas dependientes, situaciones de control o violencia, explotación y una menor visibilidad dentro de los recursos. Muchas llegan a la vida adulta con menos apoyos y más dificultades para pedir ayuda, a pesar de mostrar una fuerte motivación hacia la formación y la construcción de un futuro propio. Su proceso de emancipación es más estable cuando cuentan con acompañamientos sostenidos en el tiempo, pero los riesgos aumentan significativamente cuando los recursos cambian o se diluyen al cumplir tiempos asignados por los programas de emancipación a la vida adulta.

El estudio identifica también retos importantes entre las personas jóvenes migrantes, que llegan con el peso del denominado “sueño migratorio” y la responsabilidad de responder a las expectativas familiares. Esta presión se combina con barreras administrativas que retrasan su acceso a derechos, episodios de discriminación y la pérdida de los códigos culturales de referencia que organizaban su vida en origen. Todo ello dificulta la creación de nuevas redes y acentúa el sentimiento de desarraigo. Además, el análisis subraya que la exclusión no nace en las propias personas jóvenes, sino en la mirada social que reciben; “una mirada social que, en los últimos años, se ha visto endurecida por discursos de odio, racismo y aporofobia que les colocan injustamente en el centro de debates polarizados y les atribuyen responsabilidades que no les corresponden”, tal y como se recoge en uno de los grupos de expertos que participó en la investigación.

El informe concluye que la dimensión relacional —los vínculos personales, la confianza, la presencia estable de adultos referentes y el acompañamiento cercano— es el elemento que más influye en el bienestar emocional y en la autonomía real esta juventud. Para Caritas Bizkaia, esta dimensión debe actuar como eje transversal en todas las políticas públicas de inclusión: en los programas residenciales, en los itinerarios formativos y laborales, en los dispositivos de salud mental, en el acceso a la vivienda, en la igualdad entre mujeres y hombres y en el trabajo comunitario. “Situar lo relacional en el centro implica reconocer que ninguna emancipación es sostenible si no se construye sobre vínculos sólidos y entornos que acojan, acompañen y permitan participar en igualdad”, destaca el informe.

Un estudio cualitativo basado en años de experiencia sobre el terreno

El estudio “Juventud en riesgo de exclusión en Bizkaia: incidencia de la dimensión relacional en los procesos de emancipación a la vida adulta” se ha desarrollado mediante grupos focales con profesionales de educación social, psicología, intervención familiar, recursos residenciales y programas de emancipación, recogiendo la experiencia acumulada de quienes trabajan a diario junto a la juventud más vulnerable. Este enfoque cualitativo permite profundizar en aspectos que no suelen aparecer en los registros administrativos, como la vivencia de la soledad no deseada, la ruptura continua de vínculos, la falta de redes de apoyo estables, la desconfianza estructural derivada de trayectorias vitales complejas o las dificultades para acceder a recursos normalizados que faciliten la integración social.

La investigación ha sido elaborada por Ana Sofi Telletxea Bustinza (Caritas Bizkaia), Estíbaliz Bartolomé Gutiérrez (Caritas Bizkaia), Amaia Izaola Argüeso (UPV/EHU) y Thomas Ubrich (FOESSA), especialistas en exclusión social, juventud y análisis de la realidad social en Bizkaia. Junto con las personas que han elaborado el estudio han participado en la presentación Elena Unzueta, directora de Caritas Bizkaia; Imanol Zubero, Oscar Abascal, responsable de Empleo joven de Caritas Bizkaia; y Mari Urbieta, responsable del proyecto Auzobizi de Caritas Bizkaia.